jueves, 12 de diciembre de 2013

“HABLANDO DE LOS ENEMIGOS DE LA CRUZ Y NOSOTROS TAMBIEN LO SOMOS 1 PARTE”


                                             “EL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD"



El día de hoy mucho se sigue escribiendo y hablando públicamente sobre los que consideramos como “enemigos de la cruz” y que efectivamente lo son y que abiertamente han introducido herejías destructivas en la iglesia. Pero resulta que muchos de los que escriben o predican sobre estos personajes no distan de ser distintos, no me refiero en su distorsión doctrinal, sino en sus mismas prácticas, estilo de vida, actitud altiva, orgullosa y codiciosa. ¿Pero?¿Qué diferencia hay entre uno que habla de prosperidad como el centro de su vida y que abiertamente enseña que Dios le quiere enriquecer, con aquel que dice lo contrario pero vive como un rey o un jeque árabe (?), o ¿qué tanta distancia hay entre alguien que habla bíblicamente del sufrimiento de la Cruz y del ministerio pero que ni con un dedo lo practica? Muchos pueden decir como lo hacen que es porque Dios le ha bendecido o tal vez porque ya pasaron por esto y están en otro nivel de relación con Dios, pero ¿será esto lo que dice la escritura? ¿Debemos conformarnos con solo decir y no hacer?
Estamos de acuerdo en que Dios bendice (materialmente) y de hecho sería anti bíblico negar esta verdad, pero la misma escritura declara algunas moderaciones para este estado de bendición y principalmente para los ministros del evangelio. Dentro de los requisitos que el apóstol Pablo escribe que debe de tener un Ministro se encuentra la : “SOBRIEDAD”
 1Timoteo 3:1 Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. 1Ti 3:2 Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar…
El diccionario de la real academia española define así la palabra “sobrio” Sobrio, bria. (Del lat. sobrĭus). 1. adj. Templado, moderado. 2. adj. Que carece de adornos superfluos.

Nunca leemos que Pablo le escriba a Timoteo que un distintivo del ministro sea llegar a ser un enriquecido y acaudalado ministro del evangelio menos hablando de ostentación “cosechando” grandes ganancias!  Haré unas preguntas simples y básicas: ¿corresponde el actual estereotipo del pastor con lo que declara la escritura?. ¿En la iglesia de “sana doctrina” le dicen cuánto gana su pastor? ¿Las finanzas son algo transparente de tal manera que la iglesia conoce en que se gasta el dinero que aportan?.   Se da por un hecho que todo se gasta “bien” ¿pero cuantos pastores pueden con transparencia decirle a la grey su sueldo? Estamos de acuerdo que “el obrero es digno de su salario” ¿Cuánto es el salario de una persona común y corriente? Ese debería de ser el salario (de un siervo de Dios), no cifras estratosféricas. ¿Entonces qué diferencia hay entre los “herejes que predican la prosperidad” y los que no lo hacen pero que nadie sabe cuánto ganan porque de saberlo muchos se irían de espaldas? Muy fácil. Los primeros, son herejes que no niegan y abiertamente predican este engaño de codicia y no se esconden. Los segundos sí. ¡Y lo peor es que lo maquillan! ¿Qué será más pecaminoso?



Muchos se escudan con decir que los tiempos son distintos. ¿Pero no dicen lo mismo los falsos predicadores de la prosperidad? Ellos justifican sus riquezas diciendo que si Pablo viviera en nuestros días o El Señor, utilizaría aviones privados y dormiría en hoteles de lujo. ¿Pero no hacen lo mismo muchos predicadores de la “sana doctrina”? hare otras preguntas que muchos predicadores de la “sana doctrina” no pueden responder. ¿La gente de su iglesia sabe dónde vive? ¿Conocen su casa? ¿Ha invitado a la gente que lo visite? ¿Si tienen una emergencia pueden llamarle a su móvil o celular o solo algunos “privilegiados”? Si se da cuenta esto se llama incongruencia y a muchos no les gusta que les cuestionen con estas preguntas. Pero, esto nos debería de poner a pensar, que no somos muy distintos de aquellos que llamamos “enemigos de la cruz”. Insisto, ¡lo son! Pero demostremos con nuestras vidas piadosas ( y sin ostento) que realmente somos diferentes y no solo con las palabras.


LA VERDAD SI IMPORTA...¡VIVAMOSLA!

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